Hemos visitado la Colonia Can Vidal, un pequeño pedazo del pasado que sobrevive, como muchas otras, desmoronandose poco a poco mientras los hijos de los antiguos trabajadores las abandonan, y los especuladores, a la vuelta de las esquina, se las disputan para convertirlas en centros residenciales.
Ese es el futuro de Can Vidal, y mientras recorremos la pescaderia, el banco o la escuela (los únicos edificios que se mantienen en condiciones de ser visitados) nos sentimos trasladados a la novela de Silvia Alcantara, espero encontrar en el safareig a las mujeres con la colada y cruzarme en la cuesta de la fábrica al turno de noche, agotados, derrengados camino de sus camas.
Parte de la nuestras vidas se desvanece ante nuestros ojos y en poco tiempo solo tendremos fotografías como estas para recordar el pasado que hemos perdido.
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